jueves, 25 de diciembre de 2008

Feliz navidad!

Una de las primeras auto explicaciones que me inventé durante el transcurso de mi vida, fue la fecha de navidad: Estaba convencida de que el Niño Jesús había decidido nacer en diciembre porque era época de lluvias y esperanza… saltándome todas las reglas de la lógica, mantuve esa idea durante años a pesar de ver en las películas que existían lugares donde la nieve recibía a Papá Noel.

Para mi la navidad siempre fue verano y hablar de calor de hogar no era una metáfora, los mejores recuerdos que conservo en una caja de cristal son de aquellas en las que viajábamos durante dos días por carreteras resbaladizas y angostas para llegar a la casa de mis abuelos donde nos pasábamos los días enteros entre el río y los árboles de fruta. Jugando paradójicamente a la escuelita durante las vacaciones.

La casa de los abuelos fue la primera escuela de la vida, con mis hermanas soñábamos que al crecer seríamos profesoras o doctoras o cualquier profesión que tanta falta hacía por los alrededores, y volveríamos juntas con nuestros títulos a cuestas para trabajar en la tierra de nuestros amores.

La navidad nunca fue los regalos, porque mi niñez estuvo marcada por la hiperinflación y con pocos años los niños de mi generación aprendimos que el dinero no crecía en los árboles y que existían cupos para todos los alimentos básicos… pero con el esfuerzo de nuestros padres continuó siendo el momento mágico en que nacían los buenos sentimientos y los niños buenos eran recompensados.

Tal vez por eso me cuesta tanto encontrar una manera de evitar la nostalgia de estar lejos de casa, es más fácil reemplazar los regalos que el sentimiento… sin embargo he aprendido que ante la adversidad más vale levantar la cara y juntar toda la fuerza del corazón para poder seguir adelante, así que, para todos los lectores de estas humildes letras les dejo los mejores deseos en estas fiestas, bendiciones para sus hogares y sus seres queridos.

¡Feliz navidad!

sábado, 20 de diciembre de 2008

Pequeño ensayo sobre el amor de patria

Que difícil resulta amar a la patria, ese pedazo de tierra que nos llama entre susurros los días de lluvia, surge la pregunta tal como dice un verso popular “¿Con qué hierbas me cautivas, dulce tierra boliviana?"... y dan ganas de gritar, de preguntar quien tenía derecho a inculcarnos el amor a una tierra tan engañosa, tan llena de contradicciones, tan inverosímil.

Por que hay días en los que uno se cansa de tanto amor no correspondido y tiene ganas de olvidarlo todo, las clases de historia, la gente del lugar, las vivencias… todo, para poder empezar desde cero una nueva vida, una menos ingrata. Dan ganas de nacer otra vez y elegir una tierra más amable. Pero nada, no hay manera, de todos modos cuando pasa algo que nos incita al odio terminamos endulzando los ojos y recordando las cosas buenas, la eterna sensación de ser una prueba viviente del realismo mágico.

Y aunque estamos conscientes de que no existen motivos claros por los cuales seguir amándola, nos invade tal vez la resignación de pensar que es la única madre patria que tenemos. Resignación… sentimiento cada vez mas fuerte, resignación de repetir una y otra vez “Solo ocurre en Bolivia” porque se acaban las palabras, los gestos de admiración, solo en Bolivia las masas colgaron a presidente indigenista, solo en Bolivia se eligió democráticamente a un ex dictador con juicios de genocidio pendientes… solo en Bolivia una lista larga.

Se pasa con facilidad del “te quiero país de barro” al te odio país de mierda, sintiendo en pleno centro del odio la culpa de quien rechaza sus raíces, porque se puede cambiar de vida, reestructurar el futuro, cambiar los horizontes, pero no se puede olvidar las raíces, el orgullo de pertenecer a una cultura tan rica y fuerte como la que vive entre cordilleras y amazonia.

De cierta manera se entiende tanto resentimiento, como le ocurre a los seres violados que uno sabe que tienen razón pero de todos modos quiere que cambien, que avancen, que dejen atrás el pasado y miren el futuro, y nada, todo estancado y al mismo tiempo en un movimiento inestable de uranio, de metal vivo que marco la historia.

Mujer tres veces maldita con malos amantes en cada esquina, mujer condenada al olvido a la desaparición… nosotros sus hijos sentimos rabia e impotencia, ganas de levantarle la mano y al mismo tiempo defenderla….

País en constante ebullición, la olla del diablo la llamaría yo, una olla que a pesar del dolor que me causa… amo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Andenes

Termino de leer un libro y me invade la nostalgia de tener que decir adiós a un amigo querido, sabiendo que nunca más podré tener noticias suyas, que solo me podré acercar a él en mis recuerdos, porque es cierto que puedo leer nuevamente ese libro, o encontrar segundas partes, pero nunca será lo mismo, las condiciones, mis pensamientos, yo habré cambiado tanto que al mirarnos ojo a letra ya no podremos reconocernos y tendremos que crear un nuevo lazo de complicidades.

Pero no es una nostalgia cargada de amargura y desazón es un simple huequito en el pecho, así, un “huequito” no un hueco grande y serio, un simple “huequito” como el que hacen los niños en la arena. Y con el pasar de las horas se va convirtiendo en una nostalgia lejana, “¿oh Maga, habrás quedado al borde de un río?” “Horacio, tonto Horacio, ¿pero que era lo que buscabas?”

Y cuando llega el momento de elegir el siguiente libro una sensación de ligera traición, si podrían existir las traiciones ligeras, un momento de duda, mirar sobre el hombro para comprobar que nadie observa, elegir un tema distinto para evitar comparaciones, otro autor, otro género literario, antes de abrir la primera hoja suspirar por última vez por aquellos personajes que fueron parte de mi, por esos otros Yo que vi reflejados entre verbos y frases hechas, situaciones que hice mías a fuerza de imaginación, paisajes que podría reconocer sin haber visto antes… retazos de vida que no son mías. Un último adiós prefabricado, para no caer en palabras melosas ni llantos absurdos, un adiós con la mano y desde lejos, mirar un tren que se marcha y luego regresar a casa.

Para poder tomar el siguiente libro liberada y en calma: líneas sobre el autor, prefacio o comentarios de otros acerca del libro, atisbar a los nuevos personajes, confundir un poco los nombres hasta estar segura de la nueva estructura, hasta que de un momento a otro, uno de ellos me guiñe un ojo o elija una frase cómplice que me tienda la mano, mirar un momento atrás -al tren que se ha ido- aunque me cueste dejar, avanzar, decir adiós, porque la mano tendida, la nueva historia me espera, me llena de júbilo jugar a descubrir un mundo… suspiro, me agarro fuerte de la nueva mano... y doy el salto definitivo.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Yo propongo...

martes, 9 de diciembre de 2008

Cuarto intermedio

El humor como escape, la risa como ruta hacia ninguna parte pero alejada de aquello que daña, la ironía como escudo, los chistes de humor negro como juego de palabras, comentarios que llevan a la carcajada limpia y cristalina que lava el desengaño, que limpian las heridas, que hacen olvidar por un segundo, que son refugio donde reponer fuerzas para seguir luchando…


Lo puedo repetir una vez mas, me siento orgullosa de la dinastía femenina de la que vengo, he aquí una muestra más de su fortaleza, mi madre, mi abuela, mis tías, todas juntas en vigía reclamando los atropellos, entre medio, un cartel que al mismo tiempo que utiliza el nombre de un libro pequeñito de superación personal, hace una pregunta directa, un poco en broma, un poco en serio, así es mi familia, así son las mujeres que me preceden, hasta en los momentos más difíciles encuentran la manera de sacarse una sonrisa propia para acompañarla con las manos dispuestas a sostener a quien necesite ayuda.



Aquí un par de "fotos testigo", para renunciar al olvido, para demostrar que detrás de todo lo que se llevaron a punta de bala existía la humildad de quien vive por y para el campo.






jueves, 4 de diciembre de 2008

Difusa

Y si por un momento podría dejar de lado todos estos pensamientos que me atormentan una y otra vez… entonces podría encontrar la manera de escapar un segundo y ser libre… que extraña palabra, libre, ¿es que en esta vida se puede ser realmente libre?... pero nada importa, porque no puedo escapar de las ideas que rondan mi cabeza y busco un código, el extremo de la madeja que me enreda, como si mi vida fuera un gato que es en realidad el juguete de la madeja, no encuentro nada, (¿libertad?) la madeja me enreda con más fuerzas y dibujo una sonrisa que podría ser del gato de Alicia en el país de las maravillas porque en algunos momentos no tiene cuerpo ni le pertenece a nadie, una sonrisa perfecta que podría ser mía o por lo menos podría acompañar estas tristezas de diciembre, pero se niega, no quiere formar parte de este teatro y no comprendo nada, madeja que aprieta, estoy convencida de que no soy perfecta, pero me sentiría orgullosa de ir de mi mano por la calle, se niega nuevamente, sonrisa mala, sonrisa coqueta ¿Qué hago mal? ¿Cuál es la jugada maestra? ¿Cuál la estrategia? ¿Será la soledad la única compañera, la punta de la madeja… la libertad?


Como los gatos

Aunque no parezca es la mejor versión que encontré en la red...