miércoles, 17 de diciembre de 2008

Andenes

Termino de leer un libro y me invade la nostalgia de tener que decir adiós a un amigo querido, sabiendo que nunca más podré tener noticias suyas, que solo me podré acercar a él en mis recuerdos, porque es cierto que puedo leer nuevamente ese libro, o encontrar segundas partes, pero nunca será lo mismo, las condiciones, mis pensamientos, yo habré cambiado tanto que al mirarnos ojo a letra ya no podremos reconocernos y tendremos que crear un nuevo lazo de complicidades.

Pero no es una nostalgia cargada de amargura y desazón es un simple huequito en el pecho, así, un “huequito” no un hueco grande y serio, un simple “huequito” como el que hacen los niños en la arena. Y con el pasar de las horas se va convirtiendo en una nostalgia lejana, “¿oh Maga, habrás quedado al borde de un río?” “Horacio, tonto Horacio, ¿pero que era lo que buscabas?”

Y cuando llega el momento de elegir el siguiente libro una sensación de ligera traición, si podrían existir las traiciones ligeras, un momento de duda, mirar sobre el hombro para comprobar que nadie observa, elegir un tema distinto para evitar comparaciones, otro autor, otro género literario, antes de abrir la primera hoja suspirar por última vez por aquellos personajes que fueron parte de mi, por esos otros Yo que vi reflejados entre verbos y frases hechas, situaciones que hice mías a fuerza de imaginación, paisajes que podría reconocer sin haber visto antes… retazos de vida que no son mías. Un último adiós prefabricado, para no caer en palabras melosas ni llantos absurdos, un adiós con la mano y desde lejos, mirar un tren que se marcha y luego regresar a casa.

Para poder tomar el siguiente libro liberada y en calma: líneas sobre el autor, prefacio o comentarios de otros acerca del libro, atisbar a los nuevos personajes, confundir un poco los nombres hasta estar segura de la nueva estructura, hasta que de un momento a otro, uno de ellos me guiñe un ojo o elija una frase cómplice que me tienda la mano, mirar un momento atrás -al tren que se ha ido- aunque me cueste dejar, avanzar, decir adiós, porque la mano tendida, la nueva historia me espera, me llena de júbilo jugar a descubrir un mundo… suspiro, me agarro fuerte de la nueva mano... y doy el salto definitivo.


5 Invisibles:

Cecy dijo...

Que maravilloso es por todos los lugares y recovecos, sentimientos, olores, paisajes que nos hace pasear un libro, y sobre todos aquellos que los llevamos en el mejor de los recuerdos, siempre hay uno o varios que son nuestros regalones.

besos linda

Duncan de Gross dijo...

A mi me ha pasado eso con "Firmin" de Sam Savage hace apenas dos semanas...Un besote!

Damian dijo...

Que preciosa analogía, porque justamente eso pasa en casi todos los órdenes de la vida, no?

cristal00k dijo...

Yo les doy unas 50 páginas de cortesía, si hasta ahí no me han "enganchado", sintiéndolo mucho los cierro...
Los que me gustan, los releo con cierta frecuencia (nunca leo uno sólo al mismo tiempo) y siempre encuentro nuevos matices.
Espero que andes bien Lilyth. Te deseo lo mejor para este año que viene-

P.D. Hablo sólo de libros jeje (sin analogías) Muy buena por cierto.

Teatro Ciego dijo...

bien venido el cambio tambienn,, siempre es para mejor por mas que sea malo,, te ayuda para tu proxima eleccion

besos