viernes, 31 de octubre de 2008



Preguntarle al destino “¿Qué más puede pasar?” es peligroso y poco aconsejable, pues es bien sabido que el destino tiene un humor retorcido y una imaginación sin límites.



lunes, 27 de octubre de 2008

La tecnología y mi madre

Mi querida madre es todo un personaje, una mujer menuda y pequeña de la que no se podría pensar que tenga la fortaleza que tiene, le ha dado lucha a la vida como quien más y todo lo que no sabía lo aprendió para no quedarse atrás.

Sin embargo la tecnología nunca ha sido su fuerte, desde que archivamos el tocadiscos mi madre ha pedido ayuda para escuchar su música preferida en los nuevos modelos, pasar a cd ha sido un martirio para ella, pero a mi me agradaba mucho escuchar jazz o blues mientras ella empezaba a revolver entre sus recuerdos y hablar de todo como si la vida fuera un pasaje por el que ella había pasado tantas veces que su alma se había vuelto sabia.


Regalarle un celular nos costó meses de adiestramiento, el primero convencerla de que debía llevarlo en la cartera cuando salía, el segundo paso enseñarle a leer los mensajes pues yo era una especie de adicta a los sms.


La cámara digital ha pasado de largo por sus manos y más allá de enfocar para tomar las fotos no hace, cuando nos reunimos con mis hermanas solemos cargarle bromas y decirle que seguramente mi sobrino de siete años la puede ayudar a pasar las fotos al ordenador. Ella que nos conoce y sabe que no tenemos malicia se ríe con nosotras y luego nos responde un comentario mordaz que nos deja quietas y terminamos riendonos de nosotras.


Pero el Internet ha sido más complicado, luego de tomar un curso sencillo del que se quejaba por ser mayor que su profesor empezaron los mails con las novedades familiares seguido de otro en el que pedía le digamos si había llegado el que contenía las noticias para finalmente recibir una llamada en la que nos contaba después de todos los chismes que había tenido un problema y perdió el mail o hizo algo que dejo la pantalla en blanco.


Hasta que hace poco aprendió a la función de la tecla RE ENVIAR, desde entonces junto con el mail recibo cinco o seis forwards con algunas ideas políticas de lo que sucede en mi país y -¡vaya sorpresa!- un par de chiste subidos de tono.


Nunca imaginé que mi madre aprobara o considerara gracioso este tipo de humor, imaginarla re enviando esas cadenas me causa mucha gracia, con mi hermana comentamos y nos reímos de la “vuelta” que ha tomado con el Internet y le pedimos fotos familiares antes que chistes, pero ella disfruta y entre las llamadas me cuenta que le pareció muy gracioso y que no sea tan “puritana” entonces estalla en carcajadas y bueno, no tengo argumentos pues prefiero no incluirla en mis paranoias personales sobre las cadenas y la venta de información de los usuarios, ya que a fin de cuentas, mi madre en la red no es una compradora potencial, ni maneja datos bancarios, es simplemente una mujer que con el nido vacío a encontrado la manera de ruborizar a sus crecidas pichonzuelas.



viernes, 24 de octubre de 2008

Cuando era niña tenía un problema de dicción y en mi vocabulario solo existían las zetas, además era una niña propensa a las lágrimas y en cuanto veía algo triste mis ojos se ponían rojos e inmediatamente caían las lágrimas.


La discreción era un tanto complicada para alguien que creció viendo Marco, Heidi o Bambi, cada vez que las lágrimas se apoderaban de mi y mi madre intentaba consolarme diciendo que no pasaba de verdad, que era un cuento como los de mis libros, yo me apresuraba a declarar que no estaba llorando, simplemente “me ardían loz ojoz”.


Supuse que esta facilidad innata al llanto cambiaría en la adolescencia, sin embargo empeoró, a pesar de que entonces controlaba un poco el asunto y en cuanto sentía que iba a llorar corría a encerrarme en mi habitación para evitar dar explicaciones de que el mundo me entristecía.


A mis treinta años las cosas siguen sin un cambio aparente, ya no puedo correr a esconderme cada vez que las lágrimas me ganan y miento cínicamente mientras me restriego los ojos que tengo alergia o estoy resfriada. Y si por casualidad el libro que me acompaña en el metro tiene un pasaje triste y no existe nadie que me pida explicaciones, suelto el llanto desconsolado mientras busco un kleenex, porque de alguna manera extraña antes de empezar el diluvio mi fosas nasales se sueltan en el libre albedrío y termino llorando moquienta y avergonzada pensando que ya no tengo cinco años y que debería reconocer la diferencia entre la realidad y la ficción antes de soltarme con tanta facilidad a las lágrimas.


Pero no hay nada que hacer, pase el tiempo que pase, dentro mio sigue viviendo la chiquilla a la que durante los momentos tristes le "arden loz ojoz".



jueves, 23 de octubre de 2008

Sapo de otro pozo

Tengo desde hace días esta canción metida entre ceja y ceja... o mejor dicho entre oreja y oreja...



Ojalá supiese andar

Más abrigado de tu olvido
Siempre que te nombran
Ojalá pudiera ir
A chapotear en otros besos
Lejos de tu boca

Pero resulta que...
Soy torpe para entender
Como un caballo de ajedrez gastado
Salto entre las sombras,
vuelvo más piantado

Ojalá me atreva a ser
Más asesino de mis sueños
Para no soñarte
Ojalá pueda poner
En penitencia a mi paciencia
Para no esperarte

Pero resulta que
Soy lerdo para mover
Como un caballo de ajedrez chiflado
Salto sin saltarte...
Vuelvo piloteado

Algunas noches te pierdo
Algunas mañanas te vuelvo a empatar...
Algunos errores son deliciosos
No le tengas miedo linda
a un sapo de otro pozo

Algunas noches me enfermo
Algunas mañanas te vuelvo a sangrar
Algunos errores son deliciosos
No le tengas miedo hermosa
a un sapo de otro pozo

Ojalá que aprenda a ser
Más elegante en mi derrota
Cuando más te piense
Ojalá me salga ser
Más testarudo con mi orgullo
Cuando más te alejes

Pero resulta que
Estoy viejo para crecer
Como un caballo de ajedrez pifiado
Salto mis miserias,
Vuelvo a ningún lado


Algunas noches te pierdo
Algunas mañanas te vuelvo a empatar...
Algunos errores son deliciosos
No le tengas miedo linda
a un sapo de otro pozo

Algunas noches te entierro
Algunas mañanas te vuelvo a soñar...
Algunos errores son deliciosos
No le tengas miedo hermosa
a un sapo de otro pozo
Sapo de otro pozo...


Los caballeros de la quema

martes, 21 de octubre de 2008

De peluquerías y otros cuentos

A veces me imagino que la peluquería se equipara de alguna manera a los antiguos mitos de purificación que se realizaban antes de la oración, sin intentar banalizar estos ritos o tratar de demostrar que se trata exactamente de lo mismo, me gusta pensar en las similitudes dejando las diferencias para otras divagaciones.

En la peluquería te lavan el cabello, te lavan los pies, te limpian el alma, pues cuando se deja de lado las palabras que se transan entre clientas y peluqueras, la acción de hablar y escuchar libera a los demonios.

Como punto de partida las clientas se sientan en tronos cómodos y limpios donde las pequeñas hadas o peluqueras lavan las cabelleras con masajes capilares y el shampoo adecuado, no importa de que se habla mientras esto sucede; Mimarido dice, mijefe quiere, mishijos hacen… con el agua se diluyen las preocupaciones y sobre todo cada una se siente escuchada y bien acogida.

Pasamos al corte de pelo, cada quien elije su propia peluquera y toma decisiones importantes que no tendrán consecuencias -pues bien se sabe que el cabello crece- se escuchan consejos con arte que no dañan a la más susceptible “para que vas a tapar esos ojos tan lindos con un fleco, que te parecería llevar el cabello así o de esta manera o de aquella” jamás de los jamases se escucha “Imposible con esa cara de vaca el flequillo se sentiría avergonzado”

Las más mimosas se entregan a los cuidados de quienes lavan sus pies y manos, las frotan y pulen, las recortan liman y decoran. Se sigue hablando de temas sin importancia porque las palabras pierden el sentido, lo importante es saber que alguien escucha, que alguien se toma la molestia de responder a las preguntas retóricas que se lanzan al aire “¿Pero que se cree?”

Estas hadas que sobrevuelan los cabellos desparramados por el piso, saben que decir, en que momento y con que tono, saben como masajear el alma y dar consuelo a las desconsoladas, hasta saben cuando callar…

Si bien, el punto final de estos ritos que en la antigüedad empezaban en la limpieza del cuerpo para entregarse luego a la oración, en la peluquería se mima el cuerpo, se adorna la figura y se mima el corazón con los reflejos que devuelven los espejos, los guiños que hacen las almas descargadas de preocupaciones.

Luego, después de haber sido tocada en la justa medida sin ser acosada, mimada sin coacciones de por medio, escuchada sin ser juzgada, cada quien regresa a su lucha cotidiana a sus empresas, hogares o rincones, donde le dan lucha a la vida con un poco mas de fuerza, algunas montadas en tacones y otras en los tenis más cómodos de su armario, pero todas con la fortaleza que ha sido renovada en el trato fácil y placentero de las hadas del look.

Por eso, si una mujer que inunda tu vida visita la peluquería con mucha frecuencia, es momento de hacer un alto, de mirarla directamente al alma, preguntarle como le va en la vida, pues no se trata de que su cabello crezca más rápido que el centímetro mensual, o que sus uñas no soporten sin la visita semanal, es posible como también probable que lo que necesite realmente es un poco de tu tiempo.




miércoles, 15 de octubre de 2008

Bademecum de Lilyth

Lamento tener que empezar un post con una declaración tan fuerte como “odio a los médicos” lo lamento sobre todo por si entre los lectores del blog se encuentra una linda doctora mexicana, o tal vez el novio... o algún familiar. Pero esta afirmación tiene sustento, suelo acudir al médico por dos causas fundamentales, mis alergias y cuando me siento tan enferma que dudo si podré ver el amanecer.

En el primer caso, ya estoy curada de espanto, la primera cita en la que conocí a la especialista, me preguntó el motivo de mi visita, jamás pensé que afirmar que sufría de alergias la ofendería tanto, no había terminado de hablar cuando ella cortó mi frase con otra cortante “eso voy a decidirlo yo” a mi me pareció brusco pero perfecto, no tenía el mínimo interés por discutir quien descubrió que tenía alergias, yo sabía que un año antes había sido hospitalizada durante tres días y que estuve a punto de sufrir un edema de glotis, que conste que eso no lo dije yo, lo firmo el médico que me atendió entonces.


Empezamos mal, a ella le interesaba tener la razón y ser la única entendía, mientras a mi me interesaba curarme, meses más tarde durante mi tratamiento las cosas se pusieron color de hormiga y yo no podía respirar y andaba mas hinchada que pez globo de mal humor, regresé... entonces supe que no tenía nada mas que hacer en su consulta, como resumen de nuestra educativa discusión me dijo, "cuando te sientas mal te tomas el antialérgico y cuando estés bien, pues no". Desde entonces eso es lo que hago, al comprobar que no puede solucionar mi problema y que tome lo que tome o haga lo que haga seguiré presa de esa pequeña pastillita que me abre el pecho cuando esta atascado, recurro a mi médico de cabecera y sin muchas explicaciones le pido mi receta mensual, tomo mi medicación a gusto y sazón sin complicarme más la existencia con la doctora a la que le gusta ponerse en un pedestal desde el que me trata como a ignorante y para colmo no me cura.


La segunda razón tampoco logra que les tenga una mayor estima, pues que no importa que me duela, que síntomas tenga o que enfermedad padezca, para todo me dan una caja de Ibuprofeno y hasta la próxima...en ese caso, prefiero ni ir, llamo a mi madre, le cuento como me duele, que por las noches no duermo y por el día no vivo, entonces ella me dicta un remedio casero... como aun tengo treinta y una salud de acero, las cosas no se han complicado.


Pero hoy, no podía más que ir a la consulta pues necesitaba un certificado médico, en el que diga que no tengo ninguna enfermedad infectocontagiosa y que puedo tomar unos cursos a los que estoy apuntada. Entonces recordé de golpe porque me molestan tanto, primero que me atendieron tres diferentes médicos (puede ser una especialización del trabajo, ese detalle en realidad no importa) todos ellos me atendieron desde el metro de distancia, curvando un poco sus cuerpos para acercarse lo justo y necesario como si yo llevara tatuado en la frente un letrero en el que decía “lepra”. Entiendo que los médicos conocen todas las enfermedades que nosotros los simples mortales ni siquiera sospechamos, pero si les dan miedo las enfermedades... que utilicen guantes de látex y mascarillas, hasta los trajes de astronautas son válidos, cualquier cosa antes de acercarse con cara de asco y tocar al paciente desde la ropa con las puntitas de los dedos como si fuéramos una veta de enfermedades, porque los médicos sabrán mucho de gérmenes, de virus y temas afines, pero lo que es trato personal, no tienen la mas reverenda idea.


Así que, para el futuro tomaré la precaución de averiguar si por estas latitudes venden “uña de gato” o como se llama aquí lo que suelo llamar Alfa, para montar a bien propio un establecimiento de medicina natural, sin mas intervención que los consejos de mi madre y los amplios conocimientos de mi abuela.



sábado, 11 de octubre de 2008

Duelo absurdo

Me prometo que será la última línea que escribo pensando en el duelo, me lo prometo albergando la esperanza de no contaminar mis cuentos con estos sentimientos, pienso que será la última frase que deje nacer como fruto de un mal amor, por que necesito exorcizar mis propios demonios de alguna manera, pasando de la negación a la negociación, de la ira a la depresión sin conseguir coronar mis días con la aceptación... mientras me deleito pensando en falsas venganzas, me río a carcajadas por mi falta de experiencia y mi poca imaginación para llevarla a cabo, por lo menos mantengo el buen humor hasta en casos extremos entonces recuerdo que es frecuente decir que la indiferencia mata...

...el problema es que cuando uno es indiferente no puede ir a revisar el estado de descomposición del cadáver...


miércoles, 8 de octubre de 2008

Desnuda

De pie frente al espejo empezaron a caer una a una las prendas de vestir. Las imágenes redondeadas que le devolvía su reflejo no se parecían en nada a las modelos mil veces retratadas en las revistas de moda, faltaba un poco aquí, sobraba un poco allá...

Sin pensar muy bien en lo que hacía o lo que significaba, empezó por ponerles nombres de batallas perdidas y ganadas a cada marca que había quedado en su piel a través de los años; las estrías, la celulitis -que hasta hace cincuenta años no tenía otro nombre que piel de mujer madura- alguna que otra cicatriz (con anécdota incluida) y las marcas personales con las que había nacido, como los hermosos lunares que tenía contados.

Mientras acariciaba sus piernas, el espejo corto de entendimiento, transmitió una imagen coqueta y seductora, ella en cambio estaba explorando su cuerpo, sintiendo la suavidad de su piel y sonriendo un poco con los pelitos que intentaban abrirse paso ahora que había terminado el verano.

Descubrió una hermosura que nunca antes había tomado en cuenta, balanceo su cuerpo de un lado a otro, de adelante hacia atrás, observando como los músculos de sus pies se movían casi imperceptiblemente para cumplir sus deseos de movimiento.

Se abrazó a si misma durante un momento y respiró profundo para disfrutar el instante, acarició sus brazos y beso dulcemente su hombro derecho, dibujó corazones con el dedo índice en su vientre y levanto los brazos para palpar sus pechos como el médico le había enseñado, buscando un intruso, una pequeña diferencia. Una leve sensación de frío estremeció su piel y regresó de sus meditaciones.

Entro en la bañera y debajo del chorro de agua sintió su cuello relajado, mientras frotaba el shampoo se regaló un masaje capilar y al enjuagar se fueron todas sus preocupaciones. El jabón quitó el resto de las penas que le quedaban.

Enfrentada de nuevo ante el espejo secó su piel lentamente, estaba a punto de vestirse sin decir nada, pero le atacó una idea que antes de pensarla le arrancó una carcajada, gritó un par de piropos dignos de un romántico albañil, dio una vuelta completa mientras silbaba enamorada del maravilloso envoltorio que cubría su alma, luego vestida de sonrisas salió de casa por el balcón y se fue volando...

martes, 7 de octubre de 2008

Estados de ánimo

Sucede los días nublados sobre todo, necesito un poco mas de sol para llenarme de vida y entre las nubes no me llega suficiente, entonces camino a media maquina y un poco triste, se me pasa enseguida, luego de encontrar una fuente alternativa de energía... son esos momentos en que me siento exactamente como el de la siguiente publicidad.





jueves, 2 de octubre de 2008

Había un vez y no había una vez

Mi niñez ha sido marcada por las reuniones al terminar el día en el patio grande de la casa de mis abuelos, entonces cada quien silla al hombro se hacía un espacio cerca al hacedor de historias que era mi abuelo. Escuché por boca suya por primera vez que las almas se despiden de sus seres queridos y que la vida no termina con la muerte.

A mi nunca me contaron Blanca Nieves o Cenicienta, todas las historias que escuchaba alrededor del fuego del hogar, fueron contadas en primera persona, porque ¿no es acaso más interesante, contar y escuchar una historia que le paso a alguien que conoces? Todo lo que escuché tenía la duda razonable de poder ser cierto.

Por otro lado los cuentos de hadas ejercen en mi una extraña atracción que me llevan a escribir, parafrasear y soñar con los pintorescos personajes… los he conocido en la pantalla grande de la mano de Walt Disney, he llorado con la declaración de Pinocho “soy un niño de verdad” y sufrido como nadie al ver caer sobre el fuego abrazador a la bruja malvada de Blanca Nieves.

Siempre he buscado una razón para modificar, actualizar o directamente suprimir ciertos estereotipos de los cuentos, los que a mi simple modo de ver eran tremendamente machistas. Pero hoy, no estoy segura de quererlo, tal vez no sea importante cambiar los cuentos, si no, dejar de lado a Walt Disney y explicar lo que realmente encierran estas grandes cajas de sabiduría.

Lo que tienen los blogs, es la facilidad de abrir una puerta donde pueda cada quien dejar sus opiniones sin tener que certificarlas o contrastarlas con tesis doctorales y esquemas matemáticos, así que sin mayor conocimiento que un par de libros y un intento de intuición me arriesgo y lo afirmo.

¿Y si por un momento las cosas no fueran como parecen? ¿y si, finalmente, todo tiene una razón de ser? ¿Que pasaría si todos los personajes de los cuentos de hadas resultan ser parte de la misma persona (el oyente) a quien que se intenta dar una valiosa lección?.

La princesa en apuros podría ser la parte de nuestro interior que necesita aprender, esa ingenuidad que tenemos antes de conocer el mundo, la bruja la parte que comete el pecado, ya sea vanidad, glotonería, etc, etc. y el príncipe nuestra fuerza interior que nos ayuda a afrontar el temor mas grande que tenemos: que la parte digamos “malvada” gane terreno y nos convirtamos en seres poco éticos, malvados, o nada funcionales dentro de la sociedad en la que nos toca vivir.

A todos nos gusta pensar que somos buenos, pero en el fondo reconocemos ese bichito que vive dentro de nosotros al que le tenemos miedo y no afrontamos muchas veces por comodidad.

Hace mucho que acepté que la bruja debe morir, a pesar de mis cuentos reivindicativos y mis gritos desesperados por demostrar que muchas veces son los personajes mas complejos de las historias, pero puede ser precisamente por que debe morir que son los personajes mas complejos, nadie quiere matar a quien cumple el rol de madre (la bruja por lo general es la madrastra) nadie, de buenas a primeras querrá aceptar que ciertas partes de la personalidad deben ser suprimidas, pero no como una extirpación de un cáncer, debe existir una lucha que nos enseñe, donde el fuego que purifica queme lo malo para engendrar la nueva vida, una mas completa, mas sabia. Tal como el ave fénix que renace sus cenizas.

Todo esto, es un dibujo libre, puedo decir a mi favor que son ideas tomadas de algunos libros pero, para quitar culpas a los autores, debo aceptar también que son una mezcla singular y a mi antojo.

Entonces, el error no estaría en los cuentos de hadas en si, estaría en la banalización de las enseñanzas y la falta de la explicación final, el contraste con los niños y niñas (sobre todo las niñas) que en lugar de aprender a frenar sus propios demonios sueñan con que el príncipe azul luche sus batallas y ellas –panchas- se dediquen a la compra de carteras de moda.