miércoles, 28 de enero de 2009

Punto final

Todo se resumía en un par de líneas que recibió por mañana, aunque se trataba de un mensaje inesperado que le habían alegrado el día, pensaba que si en lugar de mail le habría llegado una carta escrita a puño y letra sería la gloria.

Sin embargo agradecía esas líneas que entre despistes y palabras le preguntaban como estaba y le mandaban un abrazo grande y un “nunca olvidaré los buenos momentos” había esperado esta frase… ¿Cuánto?... ¿cinco años?... ¿tres? Ya había perdido la cuenta en la larga espera, necesitaba hacer memoria y juntar recuerdos para estar segura de del tiempo pasado, aunque eso ya nada importaba, la frase llegó -por mail, no por carta- y podía dar fin a la espera.

Ahora sabía que fue cierto, que todo el tiempo a su lado, ese que en algún momento creyó perdido, estaba envuelto en un sentimiento real, que llegó a su fin un triste día de julio, pero fue real mientras duró.

No supo si el mail era un hola o un adiós, si se trataba de una mano tendida o el trazo final que cerraba el círculo abierto hace años. Pero era cierto y es lo único que importaba. Nadie tenía porque saber que sin ansiedad seguía esperando esa frase, que sin descuidar su vida tenía una historia incompleta con el botón de “pausa” apretado.

Escribió mil respuestas en el aire “te quiero” decían algunos borradores, otros simplemente eran un espacio vacío, una respuesta en blanco, atrás quedaron los gritos, los reclamos, el largo recuento de daños, le había dicho que no olvidaría los buenos momentos, y era suficiente. Era suficiente porque ¿para que recordar los malos?

Busco casi por instinto su aroma en el ordenador, pero estos aparatos tan modernos siguen sin el contacto esencial y básico. “nunca olvidaré los buenos momentos” repitió como para llenarse el alma con esa frase que significaba tanto a pesar de ser tan poco.

No supo si él enviaba un mensaje que era el comienzo o el final, simplemente se puso en la boca estas cinco palabras y las masticó hasta llenar el hambre que había tenido de ellas durante tantos años. Por la noche guardó las palabras alimento en un cofre, suspiró pensando que fue cierto y pudo dar -por fin- el punto final a una historia que no llegó ni a cuento.



lunes, 26 de enero de 2009

Confesiones, festejos y entrada número 200

Es complicado hacer un post anunciando “hoy es mi cumpleaños” nunca me ha gustado ser el centro de atención, suelen ser momentos en que tropiezo y rompo vasos o hago declaraciones irrepetibles que luego formarán parte del “top ten” de mis metidas de pata, declaraciones que recordaré alguna vez y no podré evitar ponerme colorada.

Podría decir que este año se me han agotado los slogans pegadizos para el festejo y que he perdido el interés de hacer una fiesta o reunión social, que me resulta difícil dar una explicación de las ventajas de mi nacimiento… el mundo sigue girando, la crisis va viento en popa, la guerra ni que se diga, mi país en plena resaca de referéndum… y entre todas esas noticias, mi cumpleaños ¡vaya fecha para cumplir años!

Tal como dice el poema “Vida nada te debo, vida estamos en paz” sin acercarme al ocaso yo bendigo a la vida que me ha tocado, con palos de ciego, desilusiones, desencuentros, es cierto, pero tengo y he tenido una vida de lujo, aquí podría mencionar que mis padres nunca permitieron que me falte algo o si lo hicieron no dejaron que lo notara, pero lo maravilloso de la vida que me ha tocado va un poco más allá… soy consciente de cada felicidad que me ha tocado, de esa que no tiene base en lo material, soy feliz con cosas tan insignificantes que a veces me preocupa que tenga tan pocas ambiciones en la vida.

Para descargar un poco el equipaje de la vida dejo un par de confesiones, la mayoría de ellas absurdas, porque las cosas buenas no se las confiesa, se las publica, y las cosas muy malas se las perdona...

Confieso que escribo diario desde los trece años y que en un ataque de pasión (después de leer un libro de Marcela Serrano) decidí guardarlos en una caja y dejarlos bajo la custodia de mi mejor amiga con instrucciones precisas de que si algo llegara a pasarme los quemara sin pena ni gloria (tragedia griega).Tengo dieciocho cuadernitos y agendas de todos los colores en los que guardo mi vida para el momento en que no pueda recordar por que caminos anduve me toque revisar cada párrafo y recuerde por donde debe desandar mi alma.

Que entre mis pertenencias guardo; una bola ocho a la que hago preguntas en momentos de inestabilidad emocional, una varita mágica porque soy una hada madrina, una espada de madera por que además soy una princesa guerrera, una muñeca de trapo y tres ovejas de peluche... que a pesar de lo problemático que resulta quitarles el polvo me niego a tirar.

Que soy una araña tejedora de cuentos y de historias sin pies ni cabeza, que me gusta bailar sola y cantar a gritos mientras imagino situaciones absurdas de las que salgo ingeniosamente...

Que consulto mi horóscopo cuando estoy deprimida para que me diga lo inteligente y creativa que soy, que consulto al oráculo de yahoo y luego insulto entre dientes por las respuestas ridículas que me da, que discuto a voz en cuello el destino que esta escrito en mi mano y me niego a creer en la longitud de mi raya de la vida.

Confieso que cuando me ataca la realidad no siempre salgo bien parada, que río sin motivos y lloro con facilidad extrema, que me gusta soñar despierta... que diga lo que diga en los momentos tristes... estoy enamorada de la vida.



... Serenata...

¿que puedo decir?

¡Es por mi cumpleaños! ¡Es por mi cumpleaños!

Ténganle paciencia el inicio no es lo mejor de Fernando Delgadillo pero es broma...

jueves, 22 de enero de 2009

Reingeniería de la vida

Podría empezar este post con una frase de cuentos de hadas y como en ingles resulta más adecuado para el caso, diría “Long time ago”… durante mis años universitarios estuvo de moda la reingeniería japonesa, que consistía básicamente y sin rodeos en ”aprender a desaprender” dicho de otra manera, continuar aprendiendo y realizar las tareas mecánicas de diferente manera tratando de optimizarla.

No me había encontrado con esta situación pues siendo una egresada nueva todo lo que aprendía era nuevo y básicamente no tenía costumbres ni manías sobre la manera de hacer algo… hasta que el año pasado tomé unos cursos, si bien el conflicto no se desarrolló en el ambiente laboral ha sido suficiente para saber a ciencia cierta de lo que trataba de explicar la teoría.

Durante años fui deportista, para ser exactos nadadora, de ahí que he aprendido a buscar la posición más hidrodinámica, a mover la cabeza de manera que no rompa el ritmo, flotar con el menor esfuerzo y utilizar todas las fuerzas para alcanzar la velocidad máxima que mi físico permitía. El año pasado sin embargo, me dio por tomar un curso de submarinismo, ahí me di de narices con mi incapacidad para hundirme, mi cuerpo no entendía el concepto y debido ser la alumna globo del año, pues a pesar de la concentración en seguir paso a paso las indicaciones del instructor a la primera de cambio estaba saliendo a flote como esos globos gigantescos de los desfiles.

Pero un solo ejemplo no me habría servido para aprender a fondo lo que la vida tenía que enseñarme, meses después tome un curso de socorrista, pensando que no puede ser tan difícil nadar remolcando a alguien… debo confesar que si lo es, no por el esfuerzo, es simplemente por la costumbre de nadar sola. Nuevamente tuve que aprender a desaprender, ya no bastaba con flotar con el mínimo esfuerzo, ahora era necesario flotar por dos, ser veloz y llegar con el suficiente aire para realizar un RCP si fuera necesario, ser delicada y fuerte, tal como un luchador libre en clases de ballet. Nuevas técnicas pero sobre todo un enfoque totalmente distinto.

Hoy por hoy, con tres formas de encarar el agua estoy convencida de que lo que tenía que dejarme el 2008 era la idea de que la vida puede tener una tendencia a la rutina, pero tarde o temprano te rompe los esquemas y tienes que enfrentarte, adaptarte o morir, o sin ser tan dramáticos, adaptarte o quedar obsoleto.


miércoles, 21 de enero de 2009

Going Back, Going Home

viernes, 16 de enero de 2009

Permítanme que lo diga, pero Barcelona se parece a una mala mujer

mientras peor te trata... mas la quieres.

sábado, 10 de enero de 2009

Generaciones

Paseaba hoy por plaza Cataluña y me encontré observando a diferentes grupos de adolescentes, entonces me dio por pensar que la tecnología puede avanzar a pasos agigantados, pero los seres humanos caminamos a paso de tortuga.

Años atrás cuando tenía su edad, me gustaba pensar que mi manera de vestir era única –tal como mi individualidad- años más tarde al ver un par de fotos y comprobar que mis pintas parecían sacadas de un catálogo y que mis amigas y yo parecíamos hermanas, atribuí este hecho al estrecho mercado de mi ciudad y las pocas opciones de compra, pero hoy mientras observaba que en cada grupo vestían exactamente igual o llevaban los cabellos lacios en toda la cara con cortes similares, me pregunte si es que realmente la poca diversidad de imagen de los adolescentes se debía en realidad a las pocas opciones, la respuesta que vino a mi cabeza fue que durante la adolescencia soñamos con ser diferentes en el grado en que somos exactamente igual a nuestro entorno mas cercano.

Y las similitudes no se detienen ahí, ¿pueden los lectores recordar aquellas películas de los años ochenta en que muchachos con peinados extravagantes caminaban por las calles con un equipo de radio en el hombro con la música a todo volumen tratando de incordiar a los “vejetes”? … se ha topado alguno de ustedes con un adolescente (sin importar el corte de pelo) con la música a todo volumen desde un celular? Pues parece que ha sido solo la tecnología que ha conseguido avanzar y convertir un equipo pesado y grande en algo pequeño y transportable, mientras la música sea breack dance, hip hop o reguetón, supuestamente transgresora perfora de la misma manera los oídos de quienes han tenido que dejar atrás los sueños de ser únicos y en el momento en que realmente podrían conseguir cambiar los estereotipos sociales se limitan a quejarse del ruido y las pintas extrañas de un grupo de adolescentes.