lunes, 24 de mayo de 2010

Lo peor del paso del tiempo no es que ayude poco a curar las heridas, lo peor es que siempre lo acompaña el olvido y éste se va llevando poco a poco los recuerdos. No quiero que llegue el día en que tenga que hacer esfuerzo para recordarte y es por eso que a veces me encuentro revolviendo hasta los detalles más estúpidos… te confieso que tengo miedo, tengo mucho miedo de perder los instantes, que la memoria me juegue una mala pasada y en cualquier momento borre cada segundo que he pasado a tu lado. Tengo miedo de terminar atesorando el recuerdo de un recuerdo o peor aún, el imaginario de un recuerdo.

Pero el tiempo pasa con todos sus inconvenientes, analizo, teorizo, invento… ya me conoces, sabes de la gran cantidad de mujeres que viven en mi y entre ellas, luego de largas discusiones hemos llegado a un acuerdo, las invisibles, a quienes les diste la esperanza de llegar un día a ser descubiertas, van a hacerte compañía, están dispuestas a decorar tu nueva guarida con flores y ositos de peluche. Buscaran los trocitos de pan que dejaste en el camino, ansiosas y llenas de esperanza llegaran a tu encuentro.

Se avecinan tiempos nuevos, de los que no tengo ni brújula ni mapas que guíen, me siento perdida, las ideas difusas y el corazón acongojado, te has ido y la herida sigue sangrando… y aun así me he enamorado… ¡Quién lo iba a decir! La mas invisible de todas mis mujeres, la menos indicada -¿Qué sucede conmigo? ¿Estoy cayendo o en pleno vuelo?- he encontrado el príncipe arcoíris que sabe mirar, el que sabe mirarme…

Necesito descargar el alma y enviar con las mujeres invisibles -que ya no quiero volver a ser- un listado de confesiones oscuras y abstractas. Empezando por el sentimiento de culpa que me invade a intervalos, alternando entre tristeza y felicidad.

La culpa que me corroe por continuar con mi vida y mis cotidianidades mientras no estás. La culpa que incinera mariposas, aquella que es lastre y me empuja hacia la tierra. La maldita, que marca días en el calendario recordándome que hace solo dos meses… que no es el momento de ser feliz… la culpa que ofrece pasados ocultando futuros.
La puta culpa, puñal que desgarra.
La inoportuna, cuna de dudas.

Confieso -con todo y culpa- que no quiero correr, estoy harta de huir aterrorizada una vez más ante la vida, jugare esa ruleta rusa, sabiendo que puedo perder y sin importarme las consecuencias, me tiemblan las rodillas, el pulso se acelera… incertidumbre, dulce incertidumbre.
Adiós invisibles, amadas almas inmortales que cuidaron mis sueños, las libero de la prisión, de la obligación de llevar a cuestas a las mujeres que soy, las visibles, tangibles, temibles.

Nos despedimos en esta encrucijada, las que hemos sido vistas nos vamos a buscar historias, a conjugar la vida en presente continuo. Nos volveremos a encontrar Curucusi, Invisibles… allá en el eterno seremos para siempre el UNO del que todos hemos partido….


Lilyth

lunes, 5 de abril de 2010

El mes de los desencuentros

Diste con la solución permanente a tu problema de insomnio y ahora dormirás para siempre. Cerraste los ojos y me apagaste la luz, yo no sabía que la ausencia pudiera doler tanto. Descubrí que los clichés nacen de la vida misma y una frase acudió a mis labios… “me falta el aire cuando no estas” mis pulmones se negaron a respirar, tuve que obligarles. La pena fue tan grande que se transformo en dolor físico. Me fui doblando como una viejita de 90 años, lloré todas las combinaciones que existen, con grandes lagrimas, a gritos, en silencio, con una gotita que no se decide a caer mientras repito una y otra vez que no es cierto. Lloré hasta quedarme seca, árida, con grandes grietas en el alma.

Algo se ha roto dentro mío, hace un sonido extraño -melancólico y lejano como el llanto de las ballenas- por las mañanas en el momento en que no se si estoy dormida o despierta, instante en que aun puedo verte y me dices frases sencillas y enigmáticas, cuando yo te respondo que te quiero y que me haces falta e intento desplazarte de mis sueños a mi realidad… inevitablemente te desvaneces, lloro, cierro los ojos con fuerza manteniendo la respiración.

Mi corazón es devastado por tsunamis, terremotos de 7 grados, erupción de volcanes mientras paso de la negación a la aceptación sin lógica alguna. Me acompaña tu recuerdo en el que te mantendrás eternamente joven, verano y Madrid, horas al móvil, adolescencia tardía. Me toca llorarte en solitario, hasta mi dolor es “outsider”.

Brillaste tanto que te consumiste en tres décadas. Me dejaste en la oscuridad de haber conocido tu luz, de saber que se puede vivir al máximo cada día, de reconocer que se acaban las mentiras y hay que hacer espacio en el pecho para tanto dolor que traen consigo las verdades.

Cantare Billie Holliday para acompañar tus sueños, tragare las lagrimas sonriendo, serás el príncipe de todos mis cuentos y al llegar la noche suspirare pensando en que ahora duermes y nada puede hacerte daño. Guardare tu nombre para no gastarlo, te querré con la vehemencia que un niño quiere a un algodón de azúcar, con la constancia que el granjero quiere a su tierra, te quiero porque es imposible no hacerlo bichito de luz, gatito de iglesia, te quiero hoy y lo hare siempre.