El bus ha entrado en una autopista y como gran velocidad, alcanza los 70
km/h. Llevo más de una semana en este país, estoy cansada, necesito una ducha
en condiciones y las bocinas y el smog me tienen harta. De alguna manera intento
aislarme de lo que me rodea, intento descansar… mis compañeros de bus deben
tener actitudes similares ya que nos toma desprevenidos y nadie consigue
hacerle una foto: En contra dirección viene un hombre cabalgando un elefante.
¡Pues sí! He pasado unos días en la Increíble India.
Semanas antes de empezar mi viaje, para entrar en ambiente mi esposo y yo
leímos un poco de la historia del país, luego, para poder salir de la depresión
que me causo, echamos mano a recursos más superficiales -y estereotipados- como
la película “Indiana Jones y el templo de la perdición”. Sabía que nada podía prepararme para la
aventura que me esperaba, pero no sabía cuáles serían mis puntos débiles.
Es muy pronto para hacer declaraciones del tipo “es que la India me ha
cambiado” pero algo quedará en mí de este viaje, algo con lo que no contaba.
Originalmente soy de un país pobre, subdesarrollado, machista,
ignorante. Pero somos tan solo 10 millones de habitantes y muchas de estas
características no se hacen tan latentes en una densidad de 9 habitantes por
km2, pero si hablamos de 401 personas en la misma extensión, las cosas se hacen
más evidentes. Había intentado prepararme para lo que me iba a encontrar, pensé como
reaccionar ante las cosas con las que me vaya topando, quería ser una pared.
Nunca espere encontrarme con un espejo.
Pensaba que este era un viaje para soltar, dejar mis aferramientos… y
ahora que miro hacia atrás, pienso, ¡que ilusa! mi primer golpe fue la falta de
higiene. Y fue una sorpresa, porque Bolivia no es precisamente un país libre de
bacterias. Desde el hotel hasta las calles, me parecía imposible imaginar que
algo fue -en algún momento del tiempo- nuevo o limpio.
El segundo golpe, el ruido; las bocinas se utilizan de una manera que
raya lo absurdo, que pierden todo sentido, todos tocando el claxon al mismo
tiempo, para decir estoy pasando, me quedare aquí, daré la vuelta en U, seguiré
la dirección establecida…. Un largo y cansado etc.
El golpe más certero, la pobreza. Tal vez tengo unos conceptos
preestablecidos que no tienen porque representar a la realidad, pero pensaba,
tanta pobreza no puede existir en un país que tiene armamento nuclear, pensaba
que podrían tratarse de historias del pasado ¿acaso no se encuentra la india
entre los BRICS? Me faltan palabras para
poder describir la pobreza que he llegado a ver, tal vez un poco cínicamente,
intentare resumirlas en una frase: Un paisaje post apocalíptico.
El golpe cómico, la ignorancia. Y digo cómico porque no todo se puede
ver desde la tragedia. Recuerdo perfectamente que uno de los guías en Varanasi
intentaba convencernos de dos hechos “científicamente comprobados” a) El
rio Ganges no tiene bacterias b) La caca de vaca protege contra la
radioactividad.
-Sin comentarios-.
Tal vez estoy un poco cansada, o no ha pasado el tiempo suficiente para
poder desvelar la moraleja. Pero por el momento me queda ese sin sabor en la
boca, esa duda existencial… ¿es que aquella mujer que vi, durante unas
fracciones de segundo, era yo?
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