Es una explosión mental, no la puedo describir de otra manera, una película
provocadora desarrollada en un futuro no tan lejano, con el que nos podemos
identificar totalmente ya que no dibuja un escenario de coches voladores ni
apocalipsis inminente.
El argumento de HER es muy sencillo, cuenta la historia de un hombre que se
enamora de su Sistema Operativo, y ya está. Sin embargo durante dos horas que
dura la película uno no piensa en Theodore o Samantha, ni en las convenciones
sociales, ni cómo disminuye nuestro nivel de ansiedad si algo es aceptado
socialmente.
Como tampoco nos pasamos toda la película pensando en cuáles son las bases
de la identidad, ¿mente, cuerpo? resultaría muy fácil quedarse en esta capa,
uno irremediablemente cae en las profundidades y no puede evitar preguntarse ¿qué significan los otros para mí? ¿qué significo yo para los otros? ¿son las
identidades de los otros construcciones mentales? ¿Cuál es la diferencia entre
la ilusión y la realidad? ¿utilizo a los otros para obtener experiencias?
Y mientras nos enredamos en preguntas filosóficas uno no puede evitar la
tempestad de ese mar de soledad y la pregunta se va formando y no queremos
verla, nos negamos a pronunciarla mordiéndonos la lengua. La esquivamos, la
callamos pero sigue ahí como una sombra que nos acompaña durante cada imagen…
¿es que, en algún momento de nuestra existencia… hemos dejado de estar solos?
… las compuertas se rompen… la tormenta vence y ante la incapacidad de
poder demostrar lo contrario, salimos del cine pensando un poco, olvidando otro
poco para evitar que nos explote la cabeza.
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