Debo dejar de mentirme y admitir que nunca he dejado de quererte y si en algún momento tocaras mi puerta y con un gesto me invitaras a montarme en tu motocicleta, no lo pensaría, saltaría a tu lado al tiempo que me pongo el casco mientras olvido la promesa que hice de no volver a montarme en una.
Entre tantos detalles, tantos recuerdos, tanto mirarme en el espejo para asumir la verdad, viajo agarrada de tu cintura mientras el aire frío me recuerda que estoy viva y el corazón me late como a una quinceañera que ha descubierto el amor. Me río con tanta fuerza como hace tanto no hago, saboreo mis besos kamikaze...
Y mientras voy recogiendo las cosas que tus recuerdos van tirando, protesto por esa frase infantil que dice que es más triste no haber amado que no ser amado, porque los recuerdos dolorosos me dicen lo contrario, porque han sido meses en los que me miraba al espejo y me preguntaba porque no podías quererme, se me partía el corazón intentando conocer las razones que te alejaban de mi lado.
Pero hoy no es un día para la tragedia, simplemente siento que si no pudiste quererme fue un asunto tuyo, me convenzo que el destino no te reserva para mi y puedo ser feliz nuevamente, incluso mientras sueño con que te llevo a la boca de dios hasta que tenemos hambre o sueño.
Así que este el es el estado de las cosas, puedo cantar el tema de Nena Daconte sin necesidad de querer cortarme las venas mientras pregunto con voz melodramática y mirando al cielo “¿Por qué, por qué? Y lo dejo como una anécdota, mientras canto mentalmente.
…tenía tanto que darte
tantas cosas que contarte
tenía tanto amor
guardado para ti….