No soy de esas personas que se quitan años o que consideran que preguntar la edad es de mala educación, a pesar del bombardeo televisivo creo que la juventud esta sobre valorada y que las cremas no nos hacen más felices ni las arrugas son un símbolo de muerte social.
Por lo que si declaro que tengo miedo de cumplir los treinta podría generar un ola de frases como “te contradices” “en realidad te importa ser joven” y otras que prefiero no pensar. Pero no es cierto porque mi temor esta basado en pilares que no son los físicos.
A partir de los treinta ingresaré en las estadísticas de persona adulta… ¿pero como son las personas adultas? Serias? Responsables? Los datos de segmentación de mercado no me ayudan porque si bien mi rumbo profesional ya esta trazado el laboral encuentra las puertas cerradas, no estoy casada, no tengo hijos y tampoco tengo una gran cantidad de dinero para gastar.
Sé que soy capaz de superar la siguiente etapa, que tal como pude dejar la adolescencia atrás conseguiré ser una mujer adulta hecha y derecha, pero ¿Cómo mantener el glamour? ¿Qué tipo de adulta quiero ser? ¿De aquellas que encajan con precisión? ¿De las que dicen la palabra perfecta en el momento adecuado?…
Entonces como personaje de película rosa (y mala aspirante de adulta), se me ocurrió despedir mis años mozos con una elaborada lista de cosas que hacer antes de los treinta, pero era algo más que una despedida a una década de desenfreno, era la perfecta excusa para evitar hacer una evaluación de vida, de los pros y contras del pasado: de las políticas del futuro. Pero la cobardía me tiene atada y mantengo pendiente la conversación con mi Pepe Grillo.
Esperaba poder incluir en esa lista actividades que no podré hacer más adelante, para inspirarme imagine tres grupos: Desacato a la autoridad, deportes de alto riesgo y realización personal.
Dentro del apartado de desacato a la autoridad quería inventar las últimas locuras de mi juventud, ese tipo de cosas que no podría hacer "después de" por falta de excusa, de alguna manera quería culpar de todas mis estupideces a la crisis de los treinta. Pero a esta cabeza le falta imaginación o le sobró valentía en los cortos veintes, porque todo lo que se me ocurría lo había hecho antes. Los deportes de alto riesgo se postergaron poco a poco por falta de presupuesto y aunque me duela aceptarlo no pude encontrar nada para llenar mi columna de “realización personal”… así que mi lista se vio reducida al título principal, una autora y tres columnas, en una enorme hoja en blanco.
Entonces cambié el enfoque e intenté planificar la fiesta de cumpleaños perfecta, sin embargo me di cuenta de que el día que mi madre dejó de organizarme las fiestas mi mejor amiga tomo el relevo y se encargó (desde hace mas de 15 años) de que ese día no me deprimiera. Con tan poca experiencia en la organización no se me ocurrió más que la lista de invitados, el lugar y la posibilidad de que sea de disfraces, así que llame a mi hada madrina para pedirle que anticipe el evento y se haga cargo de mi “fiesta sorpresa de no cumpleaños” (tendré que festejarlo antes del gran día).
Sin lista, sin fiesta, sin nada más que hacer que el balance de vida, decidí que el próximo año repetiré pierna, cumpliré nuevamente los 29; NO para ser públicamente más joven, lo haré para tener todo un año para pensar en mi lista, la fiesta y los cambios trascendentales que dará mi vida cuando cumpla treinta.
Por lo que si declaro que tengo miedo de cumplir los treinta podría generar un ola de frases como “te contradices” “en realidad te importa ser joven” y otras que prefiero no pensar. Pero no es cierto porque mi temor esta basado en pilares que no son los físicos.
A partir de los treinta ingresaré en las estadísticas de persona adulta… ¿pero como son las personas adultas? Serias? Responsables? Los datos de segmentación de mercado no me ayudan porque si bien mi rumbo profesional ya esta trazado el laboral encuentra las puertas cerradas, no estoy casada, no tengo hijos y tampoco tengo una gran cantidad de dinero para gastar.
Sé que soy capaz de superar la siguiente etapa, que tal como pude dejar la adolescencia atrás conseguiré ser una mujer adulta hecha y derecha, pero ¿Cómo mantener el glamour? ¿Qué tipo de adulta quiero ser? ¿De aquellas que encajan con precisión? ¿De las que dicen la palabra perfecta en el momento adecuado?…
Entonces como personaje de película rosa (y mala aspirante de adulta), se me ocurrió despedir mis años mozos con una elaborada lista de cosas que hacer antes de los treinta, pero era algo más que una despedida a una década de desenfreno, era la perfecta excusa para evitar hacer una evaluación de vida, de los pros y contras del pasado: de las políticas del futuro. Pero la cobardía me tiene atada y mantengo pendiente la conversación con mi Pepe Grillo.
Esperaba poder incluir en esa lista actividades que no podré hacer más adelante, para inspirarme imagine tres grupos: Desacato a la autoridad, deportes de alto riesgo y realización personal.
Dentro del apartado de desacato a la autoridad quería inventar las últimas locuras de mi juventud, ese tipo de cosas que no podría hacer "después de" por falta de excusa, de alguna manera quería culpar de todas mis estupideces a la crisis de los treinta. Pero a esta cabeza le falta imaginación o le sobró valentía en los cortos veintes, porque todo lo que se me ocurría lo había hecho antes. Los deportes de alto riesgo se postergaron poco a poco por falta de presupuesto y aunque me duela aceptarlo no pude encontrar nada para llenar mi columna de “realización personal”… así que mi lista se vio reducida al título principal, una autora y tres columnas, en una enorme hoja en blanco.
Entonces cambié el enfoque e intenté planificar la fiesta de cumpleaños perfecta, sin embargo me di cuenta de que el día que mi madre dejó de organizarme las fiestas mi mejor amiga tomo el relevo y se encargó (desde hace mas de 15 años) de que ese día no me deprimiera. Con tan poca experiencia en la organización no se me ocurrió más que la lista de invitados, el lugar y la posibilidad de que sea de disfraces, así que llame a mi hada madrina para pedirle que anticipe el evento y se haga cargo de mi “fiesta sorpresa de no cumpleaños” (tendré que festejarlo antes del gran día).
Sin lista, sin fiesta, sin nada más que hacer que el balance de vida, decidí que el próximo año repetiré pierna, cumpliré nuevamente los 29; NO para ser públicamente más joven, lo haré para tener todo un año para pensar en mi lista, la fiesta y los cambios trascendentales que dará mi vida cuando cumpla treinta.